"Solo unas pocas personas aguantan todo lo que hay que sacrificar para romper el techo de cristal"

El empoderamiento de la mujer no es una moda. Surge de la necesidad de dar visibilidad a una problemática que en muchos ámbitos profesionales, sigue existiendo. Techos de cristal, diferencias salariales, conciliación… son algunos de los principales retos a los que se han enfrentado las mujeres en el entorno laboral a la hora de alcanzar puestos de responsabilidad.

Sin embargo, el sector de la publicidad, el marketing y la comunicación cuenta cada vez con más profesionales mujeres, desde directivas hasta emprendedoras que, a través de esta sección especial que lanzamos dedicadas a ellas, hablan de su experiencia en este sentido. Hoy le toca el turno a Irene Montón, Senior Strategic Planner en PS21.

¿Cuáles han sido los principales escollos que ha tenido que superar para llegar hasta su actual puesto de trabajo?

La credibilidad. Una credibilidad que me ha costado trabajar de manera individual desde el conocido “complejo del impostor”, pero que se ha visto reforzada por situaciones externas. Como mujer joven en un entorno altamente competitivo y con pocas referencias femeninas en cargos superiores, muchas veces yo he sido mi mayor freno al considerar que no era suficiente para un reto o para dar mi opinión ya que nadie me iba a tomar en serio al ser una “niña”. Sin embargo, en otras ocasiones esta falta de credibilidad viene de factores externos donde en ocasiones se han desestimado mis opiniones o ideas, o lo que es peor, se han aceptado una vez han pasado por el efecto mansplaining

Decir que a una mujer le cuesta más alcanzar un puesto de responsabilidad, ¿es demagogia o totalmente cierto?

Es totalmente cierto, los datos hablan solos. La demagogia es pensar que ya se ha acabado el problema porque se hayan comenzado a dar pasos hacia el camino correcto. También es cierto que hay sectores mejores que otros, pero eso no implica que no sea necesario seguir visibilizando que existe un gran problema de representación de mujeres en puestos de responsabilidad. En lo que a este sector se refiere, considero que la gran labor a día de hoy es dar visibilidad a más mujeres en los puestos creativos para crear referentes para las próximas generaciones. 

Como en todas las crisis, en esta de la COVID, ¿vuelven a ser las mujeres el sector más vulnerable?

Esta crisis ha puesto patas arriba absolutamente todo y considero que las mujeres han sufrido graves problemas a causa de ello en forma de retroceso en muchos avances que se habían hecho hasta ahora, en especial en lo relacionado al cuidado y gestión del hogar o la conciliación laboral. Sin embargo, considero que el gran damnificado de esta crisis ha sido el colectivo más mayor sin acceso a la tecnología.

¿Ha notado algún tipo de discriminación salarial en los puestos en que ha desarrollado su labor profesional? 

En mi caso, y que yo sepa, no; y creo que eso es un problema en sí mismo, ya no solo de género si no de precariedad laboral general. En España existe un gran tabú en torno al salario. Hablar de lo que uno cobra está mal visto. Un gran paso para mejorar la brecha tanto de género como de precariedad juvenil, es poder hablar del dinero, darles las herramientas a las personas para que sepan negociar su sueldo y acabar con las injusticias de este tipo. 

¿Romper el llamado techo de cristal es posible o solo es un acto reservado a unas pocas? 

Es posible, pero solo unas pocas personas aguantan todo lo que hay que sacrificar para conseguirlo. La meritocracia es dura en ambos géneros, pero las mujeres salimos con minutos de desventaja y el mismo sacrificio muchas veces es motivo de escarnio social únicamente para nosotras. Las mujeres sufren una perspectiva diferente del esfuerzo donde su manera de trabajar, lo que sacrifican para conseguirlo o su actitud se ponen en tela de juicio y en algunos casos es incluso motivo de mofa.

En su caso particular, la famosa conciliación familiar, ¿ha sido posible a costa de qué?  

La pandemia nos ha puesto en nuestro sitio, nos ha hecho ver que la vida laboral y nuestro ocio deberían suceder en igualdad de condiciones. Yo no tengo hijos, sin embargo he pagado con mi salud mental situaciones donde no he sido capaz de disfrutar de mis vacaciones o días libres porque me sentía culpable al no estar trabajando.