José Jaime Navarro, propietario de MainlandPress SL, nos trae en exclusiva un nuevo artículo de opinión. ¡No te lo pierdas!
“En general las buenas campañas publicitarias, y me refiero a las campañas que tienen como objetivo la esencia de la publicidad: comunicar, persuadir y recordar la marca y los beneficios del producto, cierran el mensaje con la “firma” del slogan. Pero no todo es un slogan. En la mayoría de casos se trata de una frase publicitaria, no de un slogan. Un slogan, propiamente dicho se caracteriza por su finalidad: la de servir de “punzón” para la cristalización en la opinión pública de una idea de ventaja, un argumento del producto, concreto y determinado, hay muchas frases publicitarias que adoptan la forma de slogans, pero no lo son propiamente. Recordemos frases de éxito que, sin embargo, no son slogans. “Si no hay
Casera, nos vamos”, “Curro se va al Caribe”, “Anda, los donuts”, “Póntelo, pónselo”, “Aprenda a amar la tónica”, “El que sabe, Saba·. El slogan debe potenciar y recordar las propiedades del producto: “…el algodón no engaña” (Tenn), “El fresco del barrio”(Bimbo), “Como estar en casa” (Residencia geriátrica). “Para un café de primera, sin filtro ni cafetera” (Nescafé). Un slogan ha de dar la impresión de que es la divisa, el lema que el anunciante considera más importante de su producto, la idea más contundente. El slogan debe ser breve. A ser posible, no exceder de 5 palabras. Por supuesto que pueden emplearse muchas más. Pero es una desventaja para el recuerdo. Cuando Coca-Cola anunciaba “Beba Coca-Cola” no era un slogan era un mandato. Sin embargo cuando prometía “Coca-Cola refresca mejor”, sí era un slogan porque contenía un mensaje completo y definido como idea de venta del producto.
Cuando edité un periódico mensual en Talavera de la Reina (Toledo), el slogan de cabecera fue: “El primer periódico gratuito que forma e informa” que manifiesta no sólo la obligación de informar sino la de formar por su contenido en algunas páginas docentes”.