Las tensiones nacidas alrededor del seno de la Academia de la Publicidad continúan desde aquel manifiesto que vio la luz en septiembre. En él, un grupo de socios de la entidad, así como exsocios y Académicos de Honor, aunaron fuerzas para recoger su opinión sobre los cambios que ese órgano que representa a la industria publicitaria debería acometer a juicio de ese conjunto de personas.
Ahora nace el colectivo Publicitarios por la Academia, que persigue ese objetivo de conseguir «verse representados por una Academia de la Publicidad dispuesta a defender los intereses de su profesión, bajo los principios de independencia, integridad y transparencia», tal y como dice en el comunicado presentado.
"El colectivo Publicitarios por la Academia está formado por un grupo de profesionales que aspiran a verse representados por una Academia de la Publicidad dispuesta a defender los intereses de su profesión, bajo los principios de independencia, integridad y transparencia que, con carácter irrenunciable, deben presidir la naturaleza intrínseca de una asociación capaz de respaldar ante la sociedad y las instituciones, siempre de forma leal y responsable, a quienes se dedican profesionalmente a la publicidad.
Entendemos que cuanto emana de la Academia de la Publicidad afecta a todos los publicitarios, sean o no socios de ella, ya que es percibida por cuantos se relacionan con la Academia como un ente íntimamente vinculado al trabajo de cuantos profesionales la ejercen como actividad directa y principal. Por este motivo, los publicitarios no pueden permanecer ajenos a lo que sus órganos de gobierno transmiten a la sociedad en un entorno tan sensible como el actual, en el son frecuentes las amenazas externas, que ponen en riesgo el desarrollo futuro de una industria cada vez más encorsetada por un ansia reguladora creciente y populista, que traslada a los profesionales de la publicidad responsabilidades que no les corresponden.
Nuestro sector dispone de unas cuantas asociaciones empresariales que velan, con buen criterio, por los intereses particulares del segmento que cada una de ellas representa. Sin embargo (con alguna excepción puntual que solo engloba a una parte de los profesionales), no existe ninguna que vele, de manera específica, por el de los publicitarios, en su conjunto. La Academia de la Publicidad, que tiene como propósito “Estimular nuestra profesión, reconociendo la trayectoria de aquellos publicitarios que reúnan en mayor medida méritos, integridad, generosidad y ejemplaridad de la publicidad española”, aparece, a la vista de este objetivo, expresado en sus vigentes estatutos de un modo tan claro y contundente, como la entidad idealmente situada para defender ante la sociedad y proteger ante las instituciones a los publicitarios.
Desde el pasado mes de julio, una nueva Junta Directiva se ha hecho cargo de la misión de ejercer como máximo órgano ejecutivo de la Academia.
Paralelamente, una serie de publicitarios (muchos de ellos de prestigio y, en un buen número, académicos de honor), se han manifestado públicamente, reclamando diálogo a esa Junta Directiva y trasladando una relación de modificaciones a los estatutos que (en su cualificada opinión) podía ayudar, en este preciso momento de cambio en el gobierno de la asociación, a mejorar su redacción actual, centrando el foco en una normativa interna más transparente que redujera los conflictos y redundase en una mayor independencia para que determinados órganos sean capaces de funcionar con más eficacia (por ejemplo, el Jurado de la Academia, regulado hoy por un reglamento que reclama cambios con urgencia).
Durante unos meses, ambas partes (la nueva Junta Directiva y las personalidades firmantes del manifiesto) daban pocas muestras de entendimiento mutuo, lo que, a todas luces, no parecía el mejor escenario. Pese a este mal comienzo, nos consta que, en las últimas semanas se ha producido alguna reunión que ha propiciado un aparente cambio de actitud (que celebramos) y el presidente de la Academia a anunciado a los socios la decisión de la Junta Directiva de, al parecer escuchando la petición de los respetables firmantes del manifiesto, convocar una Asamblea General Extraordinaria en la que se anuncia que se propondrá a los socios la modificación de los estatutos. Es una buena noticia.
Pero, analizando detenidamente la carta del presidente, observamos varios detalles extraños (que esperamos sean subsanados en un futuro comunicado).
De igual forma, el secretario de la Academia ha enviado a los socios una certificación referente al número de socios que contiene algún notable error (que también esperamos sea debidamente reparado para evitar una más que probable impugnación de la anunciada asamblea, que Publicitarios por la Academia no deseamos).
El primer detalle extraño de la carta del presidente es que carece de fecha, circunstancia que puede inquietar, con razón, a más de uno.
El segundo es la personalización en dos socios cuando es sabido que, con independencia de quienes hayan actuado de portavoces, el manifiesto estaba firmado por un número considerable de publicitarios
En tercer lugar, nos parece raro que el presidente haga una interpretación tan equivocada del Artículo 45 de los vigentes estatutos, al que él mismo se refiere en su carta. Este artículo dice, literalmente: “Los presentes estatutos podrán ser modificados – a propuesta de la Junta Directiva o del 10% de los socios de la Academia – por acuerdo de una Asamblea General Extraordinaria convocada al efecto…”. En ningún lugar del citado artículo exige que las eventuales modificaciones de los estatutos sean iniciativa de un determinado número de socios, ya que deja bien claro que la propuesta de convocar una asamblea para tal fin puede venir de la Junta Directiva “o” del 10% de la masa social, no “y” (10% que, por cierto, según el certificado del secretario, no serían 16, sino 15… ¿o son 22?). ¿Es que solo se va a permitir a los socios asistentes (muchos de los cuales participarán por delegación) a la asamblea votar “sí” o “no”? ¿No van a poder sugerir cambios a lo que se les proponga?.
Está claro que es un error. Subsanable, eso sí.
¿No sería más razonable consensuar una propuesta común con el mayor número posible de socios, al menos, con aquellos que ya han manifestado (literalmente) su interés en que se revisen? Porque no parece práctico que se vayan aprobando artículos que puedan resultar heterogéneos en su conjunto (a los publicitarios nos resulta familiar este procedimiento, porque lo hemos sufrido en más de una ocasión, cuando un cliente ha querido usar el titular de una propuesta de campaña, la ilustración de otra y el cuerpo de texto o el cierre de una tercera).
Nada impide a la Junta Directiva enviar su propuesta (incluso si no está consensuada) de modificación de estatutos con antelación a los quince días preceptivos (es un mínimo, no un máximo) para convocar la asamblea.
A Publicitarios por la Academia nos parece mucho más sensato el consenso previo (sobre todo si se desea que la celebración de la asamblea sea tranquila). Y, desde luego, si todo esto tan serio como abordar un cambio en los estatutos se quiere abordar con seriedad, pausa y reflexión, nos parece lógico que la Junta Directiva envíe a todos los socios un borrador de propuesta (a ser posible – que lo es –, consensuado), darles quince días para que lo estudien y lo devuelvan con sus modificaciones o alternativas, valorarlas e incluirlas (las que les parezcan oportunas, que seguro que las habrá) y enviar una propuesta revisada a todos los socios para que acudan a la Asamblea General Extraordinaria bien preparados para el debate final.
Esto sí demostraría transparencia y una conducta escrupulosa y bien intencionada ante los socios. ¿O no?
Dicho todo esto, es preciso aclarar que, según dijo hace tiempo un tal Perogrullo: “Publicidad es publicidad y el que no lo sepa tal vez debería buscar acomodo en otra academia, no en la Academia de la Publicidad”. Y (esto ya no lo dijo Perogrullo, sino la RAE): “Publicitario, ria m. y f. Persona que ejerce la publicidad”. No hay que darle más vueltas ni perder el tiempo con discusiones pseudometafísicas. Luego, cuando llegue el metaverso, que cada uno sea lo que quiera en la realidad virtual paralela.
Y si a alguien le parece sorprendente que los publicitarios quieran ser los que gestionen su academia y que esta no esté fundamentalmente controlada, dirigida y gobernada por socios colectivos/empresas en vez de por profesionales, que se lo haga ver, por favor.
Publicitarios por la Academia (creemos que, con sentido común, naturalidad y lógica) deseamos que la Academia de la Publicidad sea independiente, íntegra y transparente.
Entre otras cosas, porque queremos vernos representados en ella. Y que los miembros de sus órganos de gobierno sean personalidades de la publicidad, respetados por la mayoría, con quienes se sientan identificados y que estén libres de potenciales conflictos de intereses.
¡Ah!, y, por favor, que nadie lea que Publicitarios por la Academia hemos dicho aquí que un profesional de la publicidad que trabaje en una empresa anunciante, en un medio… o en cualquier otro sitio, no pueda pertenecer a la Academia de la Publicidad, porque NO lo hemos dicho.
Gracias por leernos. Salud y suerte a todos".