No estamos dispuestos a prescindir de internet y el coche

La Ley de la Oferta y la Demanda dice que los precios se fijan en el punto en el que la oferta de un producto es igual a la cantidad de demanda del mismo. En el contexto actual, las repercusiones de la guerra de Rusia contra Ucrania están provocando una escalada en los precios de la energía y de la agricultura, lo que está causando un efecto dominó en el resto de los bienes.

Por eso, tal y como confirma el IPC (Índice de Precios al Consumo) adelantado del mes de mayo, la inflación en nuestro país está rozando los dos dígitos, situándose desde hace un par de meses en niveles no vistos en décadas. Es decir, que los consumidores tienen que pagar ahora más que hace unos meses por el mismo producto. O comprar menos cantidad si quieren seguir gastándose el mismo dinero.

Además del impacto económico que este incremento de los precios tiene en la economía doméstica, el impacto emocional en los consumidores también es acusado. De hecho, esta situación está provocando que más de la mitad de los españoles (55%) se sienta frustrado o enfadado ante este contexto inflacionario, según una investigación realizada por The Cocktail, consultora especializada en el diseño y ejecución de proyectos de transformación digital. Este análisis, realizado entre la población española con el objetivo de conocer cómo se sienten los consumidores y cómo afecta a sus hábitos de consumo, da información relevante a las marcas sobre cómo adecuar sus mensajes a este contexto emocional.

Según este estudio, los españoles asumimos esta situación con resignación y con cierta rabia. “Existe la sensación generalizada de que lo que está pasando con la inflación es injusto con nosotros, de ahí que los encuestados manifiesten sentirse con ira”, argumenta Álvaro Marín, responsable de Behavioral Economics en The Cocktail. “Todo lo que nos toca el bolsillo provoca que nos enfademos”, añade.

Esta investigación constata que los españoles se muestran mayoritariamente preocupados (95%), ya que muy pocos aseguran sentirse confiados y esperanzados, tanto ante el panorama actual como el del futuro. No en vano, casi 6 de cada 10 (57%) de los encuestados está convencido de que la inflación española, lejos de tocar techo, seguirá teniendo está pendiente ascendente, por lo que a finales de este mismo año los precios podrían encarecerse hasta en un 15%.

No sin Internet y móvil

De hecho, el 80% de los españoles asegura que, ante esta escalada de los precios, tiene previsto dejar de consumir. Algo que es especialmente notorio en los productos, servicios y actividades más relacionados con el ocio y el bienestar que con las necesidades básicas.

Así, cuando se pregunta a los españoles qué productos y servicios dejarían de consumir ante esta escalada inflacionista, electrónica y arte serían las primeras renuncias, con más de un 70 y un 60% de probabilidad, respectivamente. En el otro extremo están las telecomunicaciones (menos del 20% renunciaría a su móvil y a Internet), los productos para bebés (sólo casi un 30% tomaría la difícil decisión de dejar de comprarlos y no serían productos imprescindibles) y el vehículo (algo más del 30% optaría por otro medio de transporte más económico). 

En cuanto a aquellas actividades a las que ya están dedicando menos presupuesto, viajar supera el 50%, seguido de ir a bares y restaurantes. En contraposición, lo que no se deja de hacer es atender a las mascotas: menos del 10% ha reducido su gasto en esta partida. 

Entender el contexto emocional

Ante estos datos de la encuesta llevada a cabo, los responsables de The Cocktail aseguran que las empresas deben no solo estar preparadas para estos momentos de incertidumbre sino, sobre todo, adecuar sus mensajes al contexto, especialmente emocional, que viven los consumidores.

En un contexto de incertidumbre, de enfado y de preocupación, es probable que los consumidores reduzcan su consumo en ciertas categorías”, advierte el responsable de Behavioral Economics en The Cocktail. “Las marcas tienen que ser conscientes de esto. Esencialmente tienen dos opciones: reducir su margen de beneficio o subir el precio. Pero aparte de esto, es importante que sean coherentes en sus comunicaciones y entender el contexto emocional de a quién se están dirigiendo.”