«Las mujeres hemos asumido una mayor responsabilidad durante el confinamiento»

El empoderamiento de la mujer no es una moda. Surge de la necesidad de dar visibilidad a una problemática que en muchos ámbitos profesionales, sigue existiendo. Techos de cristal, diferencias salariales, conciliación… son algunos de los principales retos a los que se han enfrentado las mujeres en el entorno laboral a la hora de alcanzar puestos de responsabilidad.

Sin embargo, el sector de la publicidad, el marketing y la comunicación cuenta cada vez con más profesionales mujeres, desde directivas hasta emprendedoras que, a través de esta sección especial que lanzamos dedicadas a ellas, hablan de su experiencia en este sentido. Hoy le toca el turno a Elena Bernad, Managing Director de CRAFT. ¡No te lo pierdas!

¿Cuáles han sido los principales escollos que ha tenido que superar para llegar hasta su actual puesto de trabajo?

Los principales escollos que he tenido que superar profesionalmente han sido la necesidad de estar disponible “todas” las horas del día –si no física, si mentalmente- y el no disponer de tiempo para dedicarle de forma exclusiva a la formación en los primeros años de carrera profesional. Pero lo he ido haciendo sobre la marcha,  con grandísimo esfuerzo, compaginándolo con el tiempo dedicado al trabajo y a la familia. Nunca ha sido un problema de mentalidad ni de oportunidades en la empresa, sino de falta de tiempo. 

Por otro lado he tenido la suerte de que en mi familia las mujeres de generaciones anteriores siempre han trabajo y emprendido negocios y esto es lo que me ha impulsado a seguir creciendo, independientemente del esfuerzo que suponía. Sin duda, han sido el mejor ejemplo y mi mayor fuente de inspiración.

Decir que a una mujer le cuesta más alcanzar un puesto de responsabilidad, ¿es hacer demagogia o es totalmente cierto?

Creo que es totalmente cierto. Mujeres y hombres podemos alcanzar los puestos que queramos, siempre que tengamos visión para ello. Pero es indudable que nos cuesta más a nosotras. Esto está cambiando. Hemos avanzado mucho. Pero debemos seguir apoyándonos para impulsar nuestro desarrollo profesional ayudándonos, colaborando y siendo solidarias.

Como en todas las crisis, en esta del Covid, ¿vuelven a ser las mujeres el sector más vulnerable?

Tenemos que tener cuidado en no desandar el camino ya recorrido y seguir avanzando en la consecución de derechos de igualdad. Las mujeres, en general, hemos asumido una mayor responsabilidad durante el confinamiento y estamos sometidas a mayor presión y estrés al no poder separar adecuadamente el espacio personal, del familiar, del profesional. Necesitamos corresponsabilidad entre mujeres y hombres y promover la conciliación familiar ylaboral también entre los hombres.  

¿Ha notado algún tipo de discriminación salarial en los puestos en que ha desarrollado su labor profesional?

En general no. Aunque también puede ser que no me haya enterado muy bien. Siempre he estado más atenta al proyecto que tenía entre manos que a la remuneración. Pero es verdad que en alguna ocasión, en alguna negociación puntual he pensado: “esto a un hombre no se lo proponen». Con el tiempo descubrí que era mucho mejor negociando para la empresa que para mí misma.

¿Romper el llamado techo de cristal es posible o solo es un acto reservado a unas pocas?

Claro que se puede romper el techo de cristal. Lo estamos viendo en todos los sectores: ciencia, tecnología, servicios, en sectores gestionados tradicionalmente por hombres. Se necesita una visión muy clara del objetivo y el camino a andar. Dependiendo del sector costará más o menos esfuerzo. En producción hay muchas mujeres en puestos de altísima responsabilidad y también muchas emprendedoras que han creado productoras referentes en el sector.

En su caso particular, la famosa conciliación familiar, ¿ha sido posible a costa de qué?

Fundamentalmente, a costa de prescindir de mi tiempo personal. Y a costa de elegir vivir cerca del trabajo para poder atender las urgencias en la crianza de mis hijas, y de delegar las labores del hogar en una persona externa. Reconozco, ya con cierta perspectiva, que durante los años más intensos iba de un lado a otro “como pollo sin cabeza”.

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