'La maldición de Prometeo'

A continuación les ofrecemos en exclusiva un nuevo artículo de opinión de Juan Manuel Beltrán, Bussiness Developer en Massarius. ¡No te lo pierdas!

"En la búsqueda del conocimiento, el hombre ha pasado todas las barreras y explorado fronteras sin detenerse jamás a evaluar las consecuencias. Hoy, los modernos prometeos andan enredando con la posibilidad - ya cierta - de nuevos saberes y destrezas y traspasar fronteras nunca antes vislumbradas. Tras esas fronteras se encuentran los grandes cambios que, para bien y para mal, aguardan tranquilos a que el hombre reviente a patadas las nuevas cajas de Pandora. 

A vueltas con las aplicaciones que ya permite la Inteligencia Artificial y la indefensión de los ciudadanos ante la permanente violación de su perdida privacidad, los modernos sistemas y aplicaciones están alcanzando el siguiente nivel en la escalera del conocimiento y han escalado desde los datos a la información y tocan, con la punta de los dedos, el nivel de fiabilidad que les permite decidir sin la intervencion de sus creadores.

La clave, desde mi punto de vista, se basa en el modelo utilizado para estructurar los sistemas, que parten de la arquitectura de las neuronas humanas para imitar su comportamiento a la hora de aprender. Aprender significa adaptarse al medio, anticipar acontecimientos, almacenar información, relacionarla y generar construcciones mentales que, partiendo de lo conocido, sean capaces de modificar su medio ambiente, desarrollar conductas que permitan subsistir controlando esos cambios y alcanzar un determinado objetivo.

Pues bien, si estos modernos sistemas lo hacen bien, contarán con una significativa ventaja sobre nosotros, pues nuestro cerebro -hardware - no puede evolucionar a la misma velocidad que lo hace el actual desarrollo de las máquinas, de forma que seguiremos en el mismo nivel de rendimiento mientras que nuestros descendientes tecnológicos avanzan sin tasa y sin otra barrera que la disponibilidad de más y más grandes capacidades de cálculo.

La gran diferencia respecto a la revolución industrial, me parece, se basa en que aquellas máquinas jamás tuvieron el objetivo de “pensar en cómo hacer tareas” sino que su diseño se centraba en la capacidad mecánica. Hoy, el punto inicial de los sistemas que ya utilizamos es “aprender a aprender y pensar como un humano” diferencia enorme que nos proyecta a un territorio nuevo que comparte amenazas pasadas respecto a la sustitución del hombre por la máquina y anticipa otras nuevas que empiezan a vislumbrarse en el horizonte.

En el sector de la publicidad se celebra de forma entusiasta la capacidad de los sistemas para encontrar y contactar con el público objetivo, el mismo público que es susceptible de ser manipulado por la política con mensajes específicamente creados para cada uno de los múltiples grupos que viven aislados en mundos inconexos y que sólo están abiertos a la recepción de los mensajes que refuerzan su ideología, sea ésta cualquiera de las muchas posibles.

La eficacia de los sistemas empleados alcanza tanto al contenido del mensaje como a su diseño gráfico y a la identificación del usuario que se quiere contactar, de manera que, en el mundo de la publicidad, veremos  sistemas de Google ( o cualquier otro grande del sector )  que le ofrezcan a las marcas una “suite” completa de herramientas de planificación, diseño y compra que no necesiten de los trabajadores actuales. Y no es una posibilidad: es algo se va a producir con una seguridad absoluta, que nadie lo dude.

Estos sistemas ya están tomando decisiones sin la intervención humana y su futuro es oscuro: Seguros médicos negados en base a históricos registrados en la red; CV que no llegan a la revisión humana por la aplicación de cálculos probabilísticos que auguran bajos rendimientos, enfermedades o mediante cálculo de la edad del aspirante aunque el texto no informe sobre ese aspecto; créditos bancarios que se rechazan en base a la aplicación de algoritmos inapelables; imposibilidad de acceder a distintos niveles de formación y aprendizaje y…la manipulación política que ya estamos comprobando y que tanto peligro esconde.

No vamos a parar, nunca lo hemos hecho y no lo vamos a hacer hoy: buscaremos la parte positiva y asumiremos la desgracia de las consecuencias negativas, pero vamos a vivir cambios sociales, políticos y económicos como jamás se han producido en la corta historia de la humanidad. Estamos condenados a buscar nuevos territorios de conocimiento y en esa condena encontraremos nuestro futuro, pero reconozco que todos esos cambios -aceptando la parte positiva, que es mucha -me gustan muy poco y me dan mucha pereza, lo siento.

Procesionamos con el lirio en la mano y una inocencia virginal tras un becerro de oro que puede transmutarse en monstruo con demasiada facilidad".