La Fundación Jesús Abandonado pone de manifiesto nuestros sueños y deseos de la infancia

"Yo soy el que iba sin zapatos por casa, el que venció el miedo a los monstruos, yo soy el que adoraba el olor a pizza, el que hacía de una caja un casco y de su cuarto un castillo”. Así comienza una de las historias que forman parte de la campaña de sensibilización y educación para el desarrollo con el que la Fundación Jesús Abandonado invita a cambiar la forma en que la sociedad percibe a las personas en situación de vulnerabilidad.

Elaborada por la agencia Portavoz, la campaña se basa en trazar un hilo entre la infancia y la edad adulta poniendo de manifiesto una realidad que no siempre se percibe: las personas más desfavorecidas que vemos en la calle también fueron niños y, ellos, al igual que nosotros, se emocionaron cuando los Reyes Magos trajeron el coche de bomberos, corrían a los brazos de su madre cuando llegaba a casa, se estremecían pensando en el monstruo que habitaba debajo de sus camas.

“El objetivo de esta acción es acercar la realidad de los usuarios de la fundación. Que como sociedad empaticemos con personas que, en ocasiones, son invisibles. Sobre eso construimos un territorio de comunicación en el que el eje central fueran los sentimientos universales del ser humano. Todos sentimos lo mismo ante las cosas importantes de la vida”, explica Jesús Delorenzo, director creativo de la agencia.

En los audiovisuales de campaña se pueden ver imágenes de la infancia de unos niños, con una voz en off que explica cómo eran de pequeños, buscando la complicidad y empatía del espectador ante ese territorio emocional. Termina con un fundido al presente donde aparece el niño de mayor y que ahora necesita la ayuda de una fundación como Jesús Abandonado. En ese momento, donde la voz en off cierra con un “yo fui como tú, yo soy como tú”.

Para las gráficas de campaña se han usado imágenes con una mirada a cámara neutral, real, sincera y les acompaña una polaroid donde vemos cómo era de niño. La idea es transmitir, al igual que en el resto de piezas, que somos iguales. En definitiva, una campaña que apela a los sentimientos más primarios del ser humano, utilizando la infancia como territorio común entre los usuarios de Jesús Abandonado y la sociedad en general.