La economía inclusiva ha llegado para quedarse

Cada vez es más fuerte la demanda de un modelo económico que genere oportunidades y beneficios para toda la sociedad. ¿Cuál es la contribución específica de las empresas a este cambio? En ese proceso, ¿hay espacio para atender a las personas en situación de vulnerabilidad o en riesgo de exclusión? ¿Qué papel jugará el sector público para facilitar una recuperación económica tras la COVID-19 que no deje a nadie atrás?

El Observatorio empresarial para el crecimiento inclusivo (OEPCI) responde a estas preguntas en su IV informe: “Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida”. El OEPCI y Prodigioso Volcán repiten colaboración tras haber sido galardonados en 2019 por “Tecnología con propósito”. La publicación está destinada a empresas -de cualquier sector y tamaño- interesadas en mejorar el impacto social de su negocio; empresas que deseen contribuir a una economía más inclusiva. 

Datos de pobreza en España

El primer objetivo del informe es concienciar sobre la realidad de la pobreza y la exclusión en España. El equipo investigador ha analizado los niveles de desigualdad y pobreza a través de los índices de Gini y los índices de desarrollo humano, considerando también las previsiones globales tras la COVID-19.

El Banco Mundial prevé que en 2021 la pobreza extrema en el mundo aumente en 150 millones de personas. Entre otros datos, el OEPCI destaca que un 15% de la población española –6,8 millones de personas– sufre temperaturas inadecuadas en su vivienda (informe de pobreza energética en España para 2018). “La pandemia ha traído nuevos indicadores de pobreza –anota Mónica Gil-Casares, coordinadora de proyectos OEPCI y directora de investigación en Fundación CODESPA. En España, hay 235.000 hogares que solo tienen acceso a internet a través de su teléfono móvil, lo que influirá también en el nivel educativo de los niños y jóvenes de la familia”.

El rol específico de las empresas

¿Las empresas pueden realmente hacer algo por revertir la situación? Contesta Jordi Canals, de IESE Business School, en una de las entrevistas incluidas: “Hoy hay un resurgir de empresas que quieren ser rentables, pero con un componente social muy fuerte, que dan trabajo a personas con discapacidad y de alta vulnerabilidad social, que crean puestos de trabajo sostenibles para personas con estas características”. Hay un claro esfuerzo en este informe por ir más allá del diagnóstico, para inspirar y llamar a la acción. Se incluyen casos prácticos, pautas de acción y ejemplos de empresas que pueden servir de inspiración y guía para el sector privado hacia una economía más inclusiva.

Una idea fundamental del estudio es que las empresas pueden favorecer la inclusión con la actividad propia de su negocio, en su relación con empleados, proveedores o clientes: “La capacidad de escucha hacia los grupos de interés y la innovación social para adaptar los productos y servicios a sus necesidades, serán las herramientas clave para conseguirlo”. El estudio también profundiza en la educación, la formación y el empleo como caminos clave hacia la inclusión social. El centro del informe es, sin embargo, el papel de las empresas en la búsqueda del crecimiento inclusivo.

El concepto de “crecimiento inclusivo”

Con el desarrollo del concepto “crecimiento inclusivo”, el OEPCI propone nuevos horizontes para cuantos trabajan por la sostenibilidad en las empresas. Esta propuesta amplía la mirada hacia todos los grupos de interés, con especial atención a aquellos que están en riesgo de exclusión, y con una proyección a largo plazo alineada con la inclusión y la sostenibilidad.

La filosofía del crecimiento inclusivo implica un salto cualitativo respecto a la responsabilidad social corporativa o a la filantropía, muy necesarias también. Es una visión que impregna el ADN de la empresa. Como se lee en el informe: “Ya no se trata de llevar a cabo proyectos sociales, sino de conseguir un impacto social de forma transversal, desde las diferentes áreas de la empresa”. Ahí reside su interés y potencial, pero también su dificultad.

Una empresa crece de manera integradora cuando se ocupa de generar bienes y servicios que aporten valor a las personas y de atender a potenciales clientes ahora excluidos. Implica acuerdos éticos con los proveedores, tener políticas de contratación para colectivos en riesgo de exclusión, generar oportunidades para actores económicos más débiles, apoyar a las comunidades en las que se opera a través de sus cadenas de suministro. Pero el crecimiento inclusivo empieza desde dentro. Se trata de reducir brechas salariales, garantizar la inclusión en la plantilla, apostar por la formación y el desarrollo de los empleados.

Medición del compromiso empresarial

Se trata de una nueva forma de entender el propósito empresarial: “Es lo que tanto CODESPA y un nutrido grupo de socios estratégicos de la fundación, como el IESE Business School, The Boston Consulting Group, Deloitte y Open Value Foundation, y algunos otros, entienden cuando han iniciado el proyecto Prosper4ALL. “Esta iniciativa aspira a crear un marco de análisis y medición del compromiso de las empresas en la búsqueda del impacto social y la inclusión a través de sus áreas de negocio y hacia todos sus grupos de interés”.

En la investigación se ha contado con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Instituto de Comercio Exterior (ICEX). Han participado en ella 31 empresas privadas, 10 Fundaciones y organizaciones empresariales, 6 centros de investigación, 2 organismos públicos, organismos internacionales y ONGs.

La publicación también puede servir a la administración pública, a organizaciones del tercer sector (ONG), a entidades del mundo académico y a organismos internacionales; en definitiva, a todos aquellos que buscan soluciones sostenibles para los retos de desigualdad y pobreza, a través de la generación de alianzas, según establece el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17.

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