El contrato fijo discontinuo como fórmula para acabar con la temporalidad

El mes de octubre volvió a traer buenas noticias para el mercado laboral con una caída del paro registrado de 734 personas (-0,02%) y un aumento de la afiliación, en términos desestacionalizados, de 102.474 trabajadores, según los datos divulgados hoy por los Ministerios de Trabajo y de Seguridad Social.

Se trata del octavo mes consecutivo de caídas en la cifra de desempleados y el primer descenso en un mes de octubre desde 1975. Gracias a eso, el paro registrado se sitúa en niveles equiparables a los meses de enero y febrero de 2020, justo antes de que la pandemia de COVID-19 hiciese su aparición. En términos de afiliación, los 19.690.590 trabajadores registrados por la Seguridad Social en octubre suponen 440.361 afiliados más que los que había en febrero de 2020.

En mitad de la negociación entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos para la reforma laboral, cobra interés profundizar en la composición de ese colectivo de trabajadores. Así, de esos casi 19,7 millones de afiliados, 15,2 millones corresponden al régimen general y el resto se reparten entre los sistemas especiales agrario, del hogar, autónomos, del mar y del carbón.

La mayoría de esos trabajadores, un 61 %, cuentan con un contrato indefinido, bien a tiempo completo o bien a tiempo parcial. Otro 28 % cuenta con un contrato temporal. Los fijos discontinuos suponen el 3 % del total.

Merece la pena, ahora que tanto se habla de ellos, acercar el foco al colectivo de personas afiliadas a la Seguridad Social que tienen un contrato fijo discontinuo, una modalidad que tiene su uso principal en algunos sectores como el turismo, la hostelería o los trabajos de temporada en el sector agrícola. Es decir, en ciertos empleos que precisan cobertura periódica en fechas determinadas y que funcionan por campañas o de forma estacional.