'Dejadnos ser graciosos'

Desde el Periódico PublicidAD hemos elaborado un apartado bajo el nombre “Especial Agencias Independientes, donde diferentes profesionales del sector ofrecen su particular punto de vista sobre el panorama actual de este tipo de agencias. Hoy le toca el turno a José Luis Moro, Socio Fundador y director general Creativo de Pingüino Torreblanca.

“No tengo la más remota idea de cuál es el Propósito de Marca de Old Spice, Geiko, Skittles o Little Caesars, pero creo que su publicidad, consciente o inconscientemente, cumple una misión tan valiosa o más qué la de sacar plástico del océano o reforestar los bosques: alegrar la vida a los seres humanos. 

Y es que estas marcas, tan dispares entre ellas, tienen algo en común: las cuatro utilizan el humor en su comunicación comercial. Sin embargo, este propósito tan loable no tiene demasiado éxito en los festivales de publicidad, que prefieren premiar las causas “con mayúsculas”. En el palmarés de la última edición de Cannes, por poner un ejemplo, las ideas que hacen reír no llegan al 5%. A ver, esto no es nuevo; el humor nunca ha sido el género favorito de la mayoría de los jurados de nuestra profesión. Y, de hecho, este no es un problema exclusivo de nuestro sector. Hace unos días, vi en el cine un documental, que recomiendo a todo el mundo, sobre la vida de los Sparks, un dúo de pop nacido en California a finales de los 60 que se promociona con la frase: “El grupo favorito de tu grupo favorito”. A lo largo de su metraje, miembros de bandas míticas en la historia del pop de todas las épocas les reivindican como influencia. Muchas de las cosas que hicieron Queen, Abba o Pet Shop Boys, entre otros muchos, ya las habían hecho ellos antes. ¿Y cómo es que un grupo así es desconocido para la mayoría de nosotros? Pues porque sus letras y su actitud en el escenario juegan con el humor. Y en palabras de una de las figuras que prestan su testimonio en la película: “Nadie se toma el humor en serio.” En el cine ocurre tres cuartas partes de lo mismo. Si repasáis la lista de los Oscars desde su primera edición en 1929, las comedias premiadas no llegan a diez. Pero, aunque insisto, este no es un fenómeno nuevo, en la actualidad sucede algo que pone las cosas aún más difíciles a los creadores de carcajadas: la absurda tiranía de los defensores de lo políticamente correcto en las Redes Sociales. Y estos, que son un cáncer global, hacen especial daño a nuestro gremio, porque como es comprensible, las marcas son mucho más sensibles a las críticas que los músicos o la gente del cine. 

Pero es que, además, nosotros nos ponemos palos adicionales en las ruedas, dejando que una institución llamada Autocontrol nos imponga un criterio restrictivo que va casi siempre mucho más allá de lo razonable. Autocontrol y los Ofendidos de Internet, bajo el pretexto de proteger a un montón de gente que no necesita en absoluto ser protegida (coño, ¡que ya somos mayorcitos!), no solo están suponiendo un freno al crecimiento de la economía, de la que la publicidad es herramienta imprescindible, sino que, sobre todo, están privando a las personas normales, o sea al 99 % de las personas, de múltiples oportunidades para ser un poquito más felices en su día a día. 

En publicidad trabajan algunas de las personas más divertidas que conozco. ¿Por qué les es tan difícil aplicar ese talento a su trabajo?, ¿Por qué, en un momento en el que el humor irreverente está arrasando en las Plataformas de Entretenimiento, es casi imposible ver ese tipo de contenido cuando hay una marca detrás? El humor blanco no existe. En todos los chistes hay una cierta dosis de dolor para alguien, pero la gran mayoría de las bromas que vetan los idiotas justicieros de la Redes Sociales no ofenden a nadie que tenga dos dedos de frente. ¿No podemos subir, aunque sea un poquito, el nivel de tolerancia? Hace algún tiempo, leí unas declaraciones de una humorista americana que había sido denunciada por alguien que consideraba que sus gags cruzaban la línea. En ellas decía: “Por favor, no nos quitéis el humor, porque es lo único que nos puede hacer soportable este mundo horrible en el que vivimos.” 

Ojalá la hiciéramos caso”.